Sin duda alguna, he podido comprobar una vez más que los términos Libro de caballería y Don Quijote van cogidos de la mano; a veces dándose roces de amistad y otras veces más evidentes fuertes pellizcos; Cervantes debía conocerse muy bien este tipo de libros para juzgarlos con buenos fundamentos.
Lo que está claro es que desde la publicación de la obra, los libros de caballerías nunca volvieron a ser los mismos. Tan míticos, fantásticos, hiperbólicos y quiméricos… que frente al Quijote parecen tan verdaderamente ridículos.
Hasta para mí, que por mi condición de soñadora innata y apasionada empalagosa aún sueño con la aparición del príncipe que algún día caerá de los cielos.
En este cuadro de Delacroix, romántico francés, se representa un marco típicamente caballeresco: Amadís de Gaula, caballero admirado por Alsono Quijano, en el acto de liberar a una doncella.
1 comentario:
Es muy intersante su reflexión que le lleva a detectar cómo los libros de caballerías han quedado para siemprr asociados a la figura de su "asesino", Cervantes. ¿Eran realmente tan perniciosos esos libros? en todo caso es cierto que, como bien indica, determinados ideales subyacentes en esas novelas son unversales y atemporales
Publicar un comentario