En su viaje hacia Barcelona, el Quijote se ha desviado un poco y ha llegado a Figueres.
Tal vez se subió en el barco encantado, o montó en Clavileño, que lo llevaron con mucha suerte aquí.
Tal vez se subió en el barco encantado, o montó en Clavileño, que lo llevaron con mucha suerte aquí.
Hoy me he acercado a él, pero no hay manera de que don Quijote se mueva. He pensado que tal vez el mago Frestón ha hecho una de las suyas. Lo he mirado bien y he pensado: si despertara del encanterio y se pusiera a hablar… ¿Me resultaría ridículo como a la mayoría de la gente; me reiría de él, me burlaría y seguiría su locura?
De verdad creo que no; sólo le pediría una cosa: que no acabara nunca de explicarme sus experiencias y opiniones sobre la vida.
Bueno, y por qué no, tal vez me atrevería a preguntarle si por casualidad no necesita otra escudera en sus aventuras.
3 comentarios:
Judit, gracias por la foto
después de todo, ha sido divertido :)
Sumamente original! Me encanta esta entrada, se nota que ya estás completamente quijotizada.
Su escudera? Suena bien, yo me apunto...
Magnífica fotografía; ¡qué grande se ve Don Quijote! O qué pequeños nos vemos nostros... No deja de ser gracioso, un quijote a pocos metros del Muntaner....
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